El pollo es una carne blanca que aporta proteínas de elevado valor biológico, hierro en menor cantidad que la carne roja y vitaminas principalmente hidrosolubles. La mayor parte de la grasa del pollo se encuentra bajo la piel, con la cocción la grasa penetra en el interior, por ello, si eliminas la piel para cocinarlo entonces evitarás la mayor parte de su grasa saturada y colesterol. Para evitar la pérdida de jugos del interior está la harina y para darle sabor están los ajos (y el aceite de oliva preferentemente).
Para conseguir un menú equilibrado aconsejamos sirvas un primer plato de brazo de patata, un 2º de pollo al ajillo con guarnición de corazones de alcachofa y fruta como postre.
- 1 pollo sin piel, a octavos
- 1 cabeza de ajos
- harina
- aceite
Tiempo: 30 minutos
Dificultad: Muy fácil
Elige el pollo al ajillo que más te convenga, dos formas muy simples de guisar un delicioso pollo:
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Para preparar fácilmente un clásico pollo al ajillo, enharina el pollo para que no salpique, dóralo muy bien en unas 6 cucharadas de aceite. Luego añade los dientes de ajo sueltos (pelados o no) y guísalo a fuego lento y tapado durante 20 minutos dándole la vuelta una vez.
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Puedes utilizar otra opción que requiere menos aceite. Dora el pollo enharinado en aceite, luego escurre la mayor parte de aceite y sustitúyelo por 1 vaso de agua o caldo. Guísalo también con ajos y tapado. Evapora, al final de la cocción, el exceso de líquido.